lunes, 17 de agosto de 2020

MARÍA MARÍN LABRADOR: LIBREPENSADORA Y PRIMERA PERIODISTA DE CÁDIZ

 

 ¿QUE NO CONOCES A MARÍN MARÍN LABRADOR?  ¿QUE NO HAS OÍDO HABLAR DE ELLA?  Es normal.  Era una bruja… (¿Acaso conoces nombres de brujas?)

    O lo que es lo mismo, fue una mujer. Una mujer humilde, trabajadora e independiente que quiso hacerse un sitio en un mundo de hombres. Una mujer valiente que luchó contra las hipocresías y los prejuicios sociales, buscando la igualdad de derechos. Una mujer feminista y republicana en una sociedad fuertemente patriarcal, clerical y monárquica bajo el incipiente reinado de Alfonso XIII de Borbón.
    Es normal que una mujer así haya estado oculta y silenciada; como tantas otras. Si Marx y Engels escribían en 1846 que «las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época», esto mismo puede aplicarse a Historia de las mujeres. Mujeres como María Marín no pertenecían a la clase dominante, capitalista y patriarcal, no reproducían su ideología, y por eso desaparecieron de la historia. Nunca la historia oficial destacó y rescató a mujeres rebeldes como María. Y si eran feministas, anticlericales y republicanas, mucho menos.
    Por eso es normal que no la conozcas. Conocemos los nombres de las santas, literatas o no, pero el de ninguna bruja. Y María Marín, como otras mujeres de su generación (y pienso ahora en Ángeles López de Ayala, Soledad Areales o Belén Sárraga), fueron perseguidas, desprestigiadas, injuriadas, obligadas a abandonar los pueblos y ciudades donde vivían, despedidas de los colegios donde trabajaban, encarceladas,…, en suma, fueron tratadas como brujas modernas, rebeldes que había que neutralizar.
    María denunciaba en mayo de 1906 sobre la persecución a que era sometida por los estamentos clericales de San Fernando, llamándola «criminal» por el solo delito de exponer y escribir sus ideas de progreso en esa «condenada publicación» llamada La Conciencia Libre, «periódico empecatado, órgano de de los demonios del infierno, especie de trompeta del Juicio Final, fundado con la sola intención de reclutar almas para los profundos infiernos y preparar cuerpos para las cárceles y presidios...». Y en su escrito incluía estas frases de una «Reverendísima Madre de cierta orden religiosa» de San Fernando:

La terrible María Marín, secretaria de Lucifer, venida a esta población con el solo propósito de aumentar la vecindad en las calderas de Luzbel, es una criminal en toda regla, y debieran sin más averiguaciones, desterrarla allá, a cualquier isla desierta, donde nadie la escuchase, ni la atendiese más que las fieras que allí habiten...

Fuerte, muy fuerte… En el verano siguiente marchó con su hijo Luis a Sevilla y Málaga, y ella misma escribía que quizá no regresaría a la bella población andaluza. Pero para las fiestas del Carmen volvió, y consciente del ambiente hostil que su presencia había creado entre los estamentos jesuíticos y más conservadores de la ciudad, declaraba:

Los clericales acérrimos están de luto; les doy mi más sentido pésame; aquellos que creyeron que la terrible María Marín no volvía a San Fernando, han sufrido una lamentabílisima equivocación.
                                                                                                                                      
Un coronel retirado le decía:        
                        
«Desengáñense usted, amiga mía, eso de que le haya dado por escribir esas incendiarias crónicas femeninas, pretendiendo con ellas apartar a las mujeres del templo y de las ideas religiosas, por fuerza ha de traer sobre usted grandes  disgustos».

Y el coronel le aconsejaba que por qué no escribía de modas y trapos como otras escritoras…

«Dedíquese a escribir sobre encajes, cintas y demás adornos femeniles, y ya verá como se la disputan las publicaciones de mayor circulación... y ganará  un puñado de pesetas».

Ante estas palabras, María Marín se preguntaba: «¿Cómo hablar yo de modas y vestidos, cuando no son trajes lo que hoy la mayoría de las mujeres necesitan?», y contestaba de forma tajante que  «en la terrible crisis de miseria por la que atravesamos, ¿quién tendría el cinismo de hablar de joyas, sombreros, vestidos y chucherías femeninas, cuando es progreso, es educación intelectual y es pan, ¡pan!, lo que se necesita...?».

***

Quien así se manifestaba era María Marín Labrador, nacida en Cádiz en julio de 1870, aunque tuvo una fuerte relación con la ciudad de San Fernando. Su padre Estanislao era natural de esa localidad, así como sus abuelos paternos y algunos tíos y tías, y María aseguraba que su infancia y su juventud estaban asociados a San Fernando, y que «aunque no naciera aquí, la Isla ha sido para mí algo parecido al escenario donde se ha desarrollado el drama de mi vida entera»,
    De forma documental, está constatado por el Padrón Municipal que María llegará a la ciudad procedente de Cádiz en el verano de 1894, con 24 años de edad, soltera, sin estudios, y sin profesión, viviendo en la calle General Serrano con el periodista Salvador Fernández Terán y su hermana viuda Victoria.                                                             
    Salvador, natural y vecino de Cádiz, se había separado de su mujer en 1890 y trasladado a San Fernando donde vivían desde hacía tiempo un hermano y dos hermanas. Es probable que María y Salvador se conocieran en Cádiz, comenzaran una relación sentimental, y después de que él se marchara a San Fernando, siguieran viéndose un tiempo hasta que en 1894 María decidió irse a vivir con Salvador.
    La relación debía venir de antiguo, al menos de varios meses, porque el caso es que en febrero de 1895, al año siguiente, nacerá un hijo, Luis, al que María le dio sus apellidos por seguir Salvador casado: Luis Marín Labrador.
    Viviendo en San Fernando, María se convertirá en periodista. Al principio escribiendo con el seudónimo femenino «Maruja» en el periódico republicano de su pueblo El 25 de Marzo, y pronto será la corresponsal en San Fernando del periódico republicano Heraldo de Cádiz, órgano del Partido Republicano de la provincia,  con el seudónimo masculino «Mario». Esta circunstancia le sirvió de catapulta y en los meses siguientes inició su duradera colaboración con La Unión, el diario que dirigía Moreno Mendoza, carismático líder obrero y republicano de Jerez de la Frontera.
    En su pueblo, San Fernando, pronto dejó de colaborar con El 25 de Marzo y junto a su pareja Fernández Terán fundarán El Justiciero, donde alternará su seudónimo masculino con su verdadero nombre, «María Marín», empleando éste para artículos dirigidos a la mujer. Así comenzará a escribir sus «Crónicas Femeninas», o «Páginas Femeninas», según los medios en que escribía, siempre con su verdadero nombre.
    En julio de 1905, ya separada de Salvador, se casó con el practicante de la Armada Diego Lamas, con el que no tuvo ningún hijo y cuya relación duraría apenas un año.
    De la prensa gaditana como corresponsal, en diciembre de 1905 dará el gran paso de su carrera como periodista al entrar como colaboradora de la prestigiosa revista librepensadora y feminista de Belén Sárraga, La Conciencia Libre, que en su segunda Época editaría en Málaga.
    Inesperadamente, en ese mismo mes de diciembre de 1905, fallecerá su amigo, antigua pareja sentimental y padre de su hijo Salvador Fernández Terán a consecuencias de la cobarde agresión sufrida por un hijo del cacique de San Fernando. Este suceso, tan silenciado en la localidad por conveniencias sociales, le marcó profundamente, e hizo que poco a poco se fuera relacionando más con los republicanos de Cádiz y terminara marchándose a vivir allí. Fue en ese momento cuando se convertirá en oradora en varios mítines y cuando dirigirá su propia revista El Progreso Femenino, que se editó en Cádiz en enero de 1907, y de la que solo se tienen noticias de su primer ejemplar.
    Poco después, en la primavera de 1907, María Marín, acompañada de su madre y de su hijo Luís, dejará Cádiz para siempre, iniciando un largo periplo que, tras su paso por Sevilla y, sobre todo, por Valencia y Cullera, le llevaría en abril de 1911 a la ciudad de Barcelona, donde desarrollaría una intensa actividad feminista y librepensadora junto a Ángeles López de Ayala y su periódico El Gladiador del Librepensamiento (Segunda época, 1913).
    María Marín no se involucró en la Sociedad Progresiva Femenina, a pesar de su estrecha relación con Ángeles, y formó parte de colectivos como las Damas Humanistas (1918) y el Grupo Anticlerical Librepensador (1922),  no dejando de escribir en numerosos periódicos y semanarios. Sin tener constancia de ello, María Marín debió afiliarse al Partido republicano radical de Lerroux, con quien mantuvo cierta relación. Esta cercanía con los radicales en sus últimos años de militancias se demostraría en su participación durante la Huelga del Pan en Barcelona (1918).  Si su salud lo hubiera permitido, su influencia sobre un sector de las mujeres barcelonesas y catalanas en general hubiera sido mucho mayor, pero los largos periodos de enfermedad con una tuberculosis pulmonar que ya contrajo en Cádiz, fue apagando poco a poco su enorme torrente de vitalidad.
    La última militancia conocida fue poco tiempo antes de fallecer, siendo una de las fundadoras del Ateneo Republicano Femenino (1929) de Barcelona.  El 14 de febrero de 1929 moría en su casa de la calle Conde de Asalto una de las feministas más perseverantes y constantes en sus mensajes en pro de la emancipación femenina, y especialmente de las mujeres trabajadoras: María Marín Labrador.





Fuente: «María Marín Labrador, librepensadora y primera periodista de Cádiz», de Manuel Almisas Albéndiz. Ed. Suroeste, El Puerto (Cádiz)-marzo de 2020.

Entrevista a su autor sobre la figura de María Marín:
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/mariamarinlabrador.htm

Entrevista en Diario de Cádiz:
https://www.diariodecadiz.es/ocio/libro-Manuel-Almisas-Maria-Marin-feminismo_0_1443756264.html


domingo, 16 de agosto de 2020

DOLORES ZEA URBANO, OTRA LIBREPENSADORA ANDALUZA OLVIDADA

 

Dolores Zea Urbano nació en Málaga en 1855, ciudad donde obtuvo el título de maestra superior. Se casó en Colmenar (Málaga) con José Torrubia Rojas, natural de Iznájar (Córdoba), donde vivieron unos años con sus hijos Félix y José. En 1888 la familia se mudó a Fuengirola, ciudad malagueña en la que nació su hija Carmen, y poco después se trasladaron a Málaga, comenzando Dolores su afiliación a la masonería. En 1891 se inició en la Logia Nueva Bética adoptando el nombre simbólico de Esperanza con el cargo de «oradora adjunta». Dos años más tarde ya era «maestra masón» (grado 3) y ocupaba el puesto de «Oradora».

En 1895 la familia se marchó a Barcelona y tuvo que relacionarse con los pujantes círculos femeninos librepensadores que allí encabezaban Amalia Domingo Soler, Belén Sárraga Hernández y Ángeles López de Ayala. Estuvo unos primeros años sin aparecer en la prensa pero en 1898, cuando se convierta en Secretaria de la Sociedad Progresiva Femenina que se había fundado en el mes de mayo y teniendo como presidenta a Ángeles López de Ayala, su vida va a cambiar radicalmente. También comenzó su carrera como «maestra laica» en la escuela para niñas que fundo la Progresiva Femenina. A partir de entonces, la veremos en numerosas ocasiones acompañando a su amiga Ángeles en actos librepensadores y de defensa de la enseñanza laica, y del laicismo en general, incluyendo el subirse a la tribuna y convirtiéndose en conocida oradora.

En Barcelona también siguió afiliada a la masonería, ingresando en 1899 en la Logia Constancia, al igual que su marido José Torrubia, y donde Ángeles López de Ayala ya era Oradora desde unos años antes.

En diciembre de 1899 se convirtió en Administradora de la revista El Progreso, que había reaparecido como «Órgano de la Sociedad Progresiva Femenina, de todas las sociedades femeninas y de las mujeres obreras», y que dirigía su amiga Ángeles López de Ayala.

Sin conocerse los motivos, después de casi ocho años muy intensos compartiendo militancia con Ángeles, en noviembre de 1906 dejó de ser Secretaria de la Sociedad Progresiva Femenina, y también dejó de dirigir su escuela laica. Pocas semanas después, a principios de 1907, Dolores fundará y dirigirá el Colegio libre Flammarión, donde también impartirá clase su esposo y más adelante su hijo José y su hija Carmen.

A partir de entonces se volcó en la Agrupación Librepensadora de los barrios de Gracia y San Gervasio, a la que pertenecía desde su fundación en 1904, y convirtiéndose en una de sus dirigentes. A partir de su salida de la Progresiva, a Dolores se la mencionará como «la dirigente del grupo de mujeres» de la Agrupación de Librepensadores, interviniendo en la manifestación feminista del 10 de julio de 1910 en Barcelona y en el Congreso Librepensador de Barcelona del otoño de dicho año.

Ella y toda su familia asistió de forma activa a los funerales de la librepensadora feminista y espiritista Amalia Domingo Soler, en abril de 1909, de quien se consideraba una «gran amiga». Dolores y su hija Carmen participaron en veladas literarias espiritistas en los siguientes aniversarios de la muerte de Amalia Domingo.

Dolores Zea siempre sintió fervor por las ideas republicanas, pero al contrario que sus amigas y correligionarias como Ángeles López de Ayala, nunca militó ni simpatizó con el partido radical de Lerroux, abrazando más bien las ideas socialistas, al igual que su hijo José. Desde 1910 se consideró una «republicana socialista», y en las fiestas que organizaban las sociedades donde se integró se cantaba tanto La Marsellesa como La Internacional.

Antes de que acabara la década se reconcilió con Ángeles López de Ayala, ella y su hijo publicaron algunas colaboraciones en el nuevo semanario de Ángeles El Gladiador del Librepensamiento y firmó un comunicado sufragista de Liga Española para el Progreso de la Mujer (Valencia, 1918) junto a una docena de mujeres de la Progresiva Femenina como si hubiera vuelta a formar parte de dicho colectivo.

Esta reconciliación con su amiga se confirmó dolorosamente en 1926 con su asistencia y la de su hija Carmen a los funerales de Ángeles López de Ayala en el cementerio civil de Barcelona. También parece que sus correligionarias quisieron sellar esa renacida amistad otorgándole la Presidencia honoraria de la Asociación librepensadora y benéfica «Ángeles López de Ayala» que habían fundado a los pocos días de su defunción.

Puede parecer una casualidad, pero un año después, en 1927, una Dolores Zea de 72 años también abandonó la Barcelona republicana, feminista y librepensadora de finales de siglo y principios del XX, que con tanto empeño ayudó a levantar junto a otras grandes figuras históricas femeninas que tuvieron la suerte de alcanzar más resonancia que ella.

Se marchó a la cercana villa de El Masnou con su hijo José Torrubia Zea y su familia, y al acabar la guerra en Barcelona a finales de 1938 se fue a vivir a Canet de Mar (Barcelona) donde acabó sus días en septiembre de 1941, a la edad de 91 años.


Fuente: "Dolores Zea y otras mujeres en los márgenes del librepensamiento», de Manuel Almisas Albéndiz. Editorial Soroeste, El Puerto (Cádiz), septiembre de 2020.

lunes, 30 de septiembre de 2019

CAROLINA JONES (CHISHOLM)



Caroline Jones, más conocida por su nombre de casada, Caroline Chisholm, nació el 30 de mayo de 1808 en Northampton, Inglaterra, falleciendo en 1877 en Londres, después de una vida dedicada por completo a los demás, y sobre todo a las niñas y mujeres más desfavorecidas. Este inmenso trabajo humanitario le fue reconocido en su país, y además en la Iglesia de Inglaterra, Caroline se encuentra en el Santoral Laico, donde todos los 16 de Mayo se recuerda a «Caroline Chisholm».
Con 22 años se casó con Archibald Chisholm, capitán del ejército destinado en la India. Al año y medio de que su marido regresara a su regimiento en Madrás, Caroline decidió embarcarse y se fue a vivir con él. Ya allí, en 1834, Caroline fundaría en el acuartelamiento una Escuela Industrial para chicas jóvenes, al ver la falta de instrucción y de posibilidades que tenían, expuestas a las continuas molestias de los soldados solteros. En la escuela, no solo se le enseñaba a leer y a escribir, sino que las materias prácticas, sobre todo la enfermería, eran las más importantes, para que las mujeres alcanzaran una autonomía laboral.
Cuatro años más tarde, le concedieron a su marido un permiso de dos años por motivos de salud, y la familia, en vez de volver a Inglaterra, se instalaron en Australia pensando que su clima sería más recomendable para él. Allí se desplegará el inmenso trabajo humanitario de Caroline.
La familia se estableció en la ciudad de Windsor, cercana a la capital, y en sus viajes a Sidney, Caroline y su esposo pronto se dieron cuenta de las difíciles condiciones que soportaban los inmigrantes que llegaban a la colonia. Pero particularmente sufrieron al ver a las mujeres jóvenes que llegaban sin dinero, amigos, familiares o trabajos a los que acudir, y muchas terminaron recurriendo a la prostitución para llegar a fin de mes. Caroline Jones acudía a cada barco de inmigrantes que llegaba al puerto de Sidney y se convirtió en una figura familiar en los muelles. Encontró familias que quisieran alojar a niñas inmigrantes y albergó a muchas de ellas en su casa.
El capitán Chisholm regresó a su regimiento en 1840, pero alentó a su esposa para que continuara con su valioso trabajo humanitario. Al principio, Caroline estableció un hogar en Sidney para mujeres jóvenes, llegando a albergar a 96 mujeres, la mayoría jovencitas y organizó otros similares en varias localidades rurales. La casa pronto se amplió para ayudar a familias completas y a hombres jóvenes.
También se preocupó de proporcionar empleo a numerosos inmigrantes, para lo cual ideó buscarle empleo en el interior de Australia. Para ello viajaba incansable sobre su caballo blanco, llamado «Capitán», visitando haciendas y explotaciones agrícolas donde consiguió los asentamientos de cientos de trabajadores. Posteriormente, en 1842, alquiló dos viviendas adosadas y las convirtió en una sola casa de campo que sirvió como albergue para inmigrantes sin techo que viajaban a la región en busca de trabajo.
Durante los siete años que Caroline estuvo en Australia, alojó a más de 11.000 personas en hogares y les facilitó un empleo, convirtiéndose en una de las mujeres más conocida y admirada. Esta labor que realizó lo hizo siempre sin aceptar dinero de individuos u organizaciones individuales, ya que quería actuar de manera independiente y no quería depender de ninguna institución religiosa o política. Las niñas y las familias a las que Caroline ayudó provenían de diferentes orígenes étnicos y sociales, y eran de diferentes creencias religiosas.
Caroline Jones, toda una santa laica.


Fuente:

«Carolina Jones», de Amalia Carvia, en El Pueblo (Valencia) de 11 de marzo de 1934. Recopilado en «Desde las Cumbres», Editorial Suroeste, El Puerto (Cádiz) 2019.

«Chisholm, Caroline (1808–1877)», de Judith Iltis, en «Australian Dictionary of Biography», Volumen 1, 1966.


miércoles, 1 de mayo de 2019

ANA C. BERNAL, LA GRAN DESCONOCIDA EN LA HISTORIA DEL FEMINISMO HISPANO.



Ana Carvia Bernal. Fuente: revista Rendención (Valencia), diciembre de 1919.


Ana Carvia Bernal (Cádiz, 12 de marzo de 1865-Valencia, 26 de noviembre de 1941), quien firmó mucho tiempo como «Ana C. Bernal» en honor a su madre, fue una maestra laica y una indiscutible pionera del feminismo y el sufragismo, reconocida internacionalmente, principalmente en Latinoamérica. Después de terminar el Bachillerato con nota de Sobresaliente y comenzar el Curso Preparatorio en la Facultad de de Medicina de Cádiz, Ana comenzó su actividad librepensadora en el Círculo «Guillén Martínez» en 1887, junto a su hermana Amalia, y con ella ingresó ese mismo año en la Logia masónica «Regeneración». Con el nombre simbólico de «Verdad», fue Secretaria adjunta en la Logia durante más de diez años, cargo que también ostentó en la única logia femenina que existió en Cádiz entre 1895 y 1898, «Las Hijas de la Regeneración», de la que su hermana Amalia fue Venerable Maestra. En 1896 conoció a Belén Sárraga y con ella marchó a Valencia para hacerse cargo de la secretaría de la Asociación General Femenina. Ya viviendo en la ciudad del Turia y ejerciendo de maestra laica junto a su amiga Ángeles Guiñón Romero, formará parte del grupo de pioneras valencianas del feminismo y el sufragismo en España, siendo fundadora y directora de la «Revista mensual feminista» Redención, que vio la luz en septiembre de 1915. Posteriormente, fue impulsora y presidenta de la Liga Española para el Progreso de la Mujer de 1918 a 1922, y elegida vicepresidenta del Consejo Supremo Feminista de España que ella misma fomentó en 1919. Ya durante la Segunda República, y una vez terminada su etapa sufragista, permaneció en el anonimato y solo de forma algo tardía ingresó y se implicó en la Agrupación Femenina Republicana de su Distrito de la Misericordia.


Basado en el libro: «¡Paso a la mujer! Biografía de Amalia Carvia», de Manuel Almisas Albéndiz. Ediciones Suroeste, El Puerto de Santa María (Cádiz), marzo de 2019.

AMALIA CARVIA BERNAL, FIGURA IMPRESCINDIBLE EN LA HISTORIA DEL FEMINISMO Y EL SUFRAGISMO EN ESPAÑA


         
       Amalia Carvia. Imagen tomada de la portada de La Conciencia Libre de 1 de Enero de 1897.

 
Amalia Carvia Bernal nació en el gaditano barrio de Hércules el 12 de mayo de 1861 y falleció en Valencia el 7 de marzo de 1949. Perteneció a una familia muy humilde de cinco miembros de la que ella era la mayor, seguida de un hermano, Manuel y la menor llamada Ana, a la que estuvo siempre muy unida. Debido a las condiciones económicas de su familia, no pudo estudiar más allá de la enseñanza primaria, por lo que todo lo que aprendió lo hizo de forma autodidacta.
A lo largo de sus 87 años de edad fue pintora, maestra laica, escritora, publicista y oradora. Toda una mujer polifacética en un mundo muy masculinizado.
Con 24 años de edad empezó a publicar sus artículos en la revista Las Dominicales del Librepensamiento de Madrid, de ideas republicanas y librepensadoras, y con un marcado acento igualitario para la mujer. Además también publicó en diversos periódicos de Cádiz, destacando El Manifiesto y El Pueblo, y militó activamente en los Círculos Librepensadores que existieron en Cádiz a finales del siglo XIX.
Después de su paso por la masonería, Amalia Carvia se convirtió en una firme defensora de los derechos de la mujer, desarrollando un trabajo militante dentro de la «Asociación General Femenina», con sede en Valencia, que la llevó a fundar una organización de mujeres en Huelva, la «Unión Femenina», en 1897, y otra en Cádiz en 1898, la Sociedad Femenina «Concepción Arenal». También comentó ella misma, y así se ha escrito, que hizo lo propio en Sevilla, aunque sin haberse podido constatar este dato.
Siguió colaborando con una infinidad de diarios y revistas, todos ellos librepensadores, feministas y/o republicanos, pero especialmente en esos años de fin de siglo fue redactora de La Conciencia Libre (Valencia) dirigido por Belén de Sárraga, otra importante feminista librepensadora. Debido a la fama de este periódico, Amalia fue requerida por sectores obreros de Huelva y Sevilla para que diera unas conferencias o charlas en aquellos años.
A mediados del año 1900, con 39 años de edad, marchó a Valencia, donde ya vivía su hermana, en cuya ciudad comenzó a trabajar en el movimiento de mujeres por la Paz. También siguió colaborando con La Conciencia Libre y estableció una escuela laica de la que será directora hasta su jubilación.
A partir de 1915 Amalia Carvia, que ya se había declarado años antes como «feminista», comenzará una nueva etapa escribiendo para la revista que había fundado su hermana Ana Carvia Bernal, Redención, y que se subtitulaba «Revista mensual feminista». Desde sus páginas ella y su hermana se pudieron al frente del feminismo organizado en España, impulsando la creación en 1918 de la «Liga Española para el Progreso de la Mujer», considerada como la primera Asociación feminista de ámbito estatal. En la primera asamblea, su hermana Ana fue elegida Presidenta y Amalia la Secretaria, cargos que ocuparan durante varios años hasta su disolución con la Dictadura de Primo de Rivera en 1923.
Desde la Liga Amalia desarrollará una importante labor luchando por vez primera por el voto integral femenino, por lo que podemos considerarla, a ella y a su hermana, como pioneras del sufragismo en nuestro país. la primera organización feminista de ámbito estatal que impulsaron las feministas valencianas encabezadas por su hermana Ana y ella. También fue vocal de la directiva del «Consejo Supremo Feminista» de España (1920) de la que su hermana fue Vicepresidenta de dicho organismo mientras existió.
Durante la Segunda República, viviendo en Valencia, fue una de las mujeres republicanas más prestigiosas e influyentes, ejerciendo de Presidenta de la Agrupación Femenina Republicana de su Distrito y destacándose como la única mujer que ingresó en la «Orden de la República» en febrero de 1934, con la insignia de «Caballero».
A través de los numerosos artículos periodísticos que escribió hasta el final de sus días, muchos de ellos de tipo literario, podemos saber que defendió profundamente las ideas republicanas, pero también las ideas pacifistas y animalistas, teniendo siempre a la mujer y la niña como protagonistas, y con el deseo de la conquistas de sus derechos civiles y políticos.



Basado en el libro: «¡Paso a la mujer! Biografía de Amalia Carvia», de Manuel Almisas Albéndiz. Ediciones Suroeste, El Puerto de Santa María (Cádiz), marzo de 2019. 
 
 
Enlace a la descripción de la Ruta en la web de «Lumbre Historia»:

viernes, 11 de mayo de 2018

Madame Legros, la mujer que derribó la Bastilla


Fuente: Libro de Emma Adler, «Mujeres famosas de la Revolución Francesa, 1789-1795» (1906).

MADAME LEGROS
LA HEROÍNA DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA
 QUE NO SUPO QUE LO FUE


¿Quién conoce a Madame Legros? Nadie. Otra de tantas mujeres que jugaron un papel importante en un proceso revolucionario y casi nadie en la actualidad se acuerda de ella.
       Madame Legros no cogió nunca un arma o una piedra, ni estuvo detrás de una barricada, ni mucho menos acudió a una manifestación o se organizó, pero sin ella la Toma de la Bastilla, y con ello el inicio de la Revolución Francesa, no se hubiera desarrollado de la misma forma, o no hubiera tenido lugar.
      Su personalidad humanitaria y piadosa, a la vez que tenaz y voluntariosa, fue la que indirectamente hizo que los parisinos aborrecieran la tenebrosa y lúgubre Prisión de la Bastilla y la sintieran como un símbolo del Autoritarismo y el absolutismo.
      Madame Legros era una humilde propietaria de una confitería parisina que un día se encontró en la calle un paquete con hojas escritas dirigidas al presidente V. Gourgue. Debido a la humedad y al mal estado del manuscrito, las hojas se desparramaron y Madame Legros leyó el encabezamiento del mismo: «Masers de Latude, un prisionero inocente que ha sido encarcelado seis pies bajo tierra en la Bastilla, en Vincennes y ahora en Bicêtre». Ella se conmocionó con las primeras líneas que leyó y marchó precipitadamente a su tienda. Allí terminó de leer las memorias de Latude, la descripción de sus terribles sufrimientos y la injusticia de su encarcelamiento, y desde ese momento se erigió en la persona que tomaría su indulto y  liberación  como una cuestión vital. 
     La campaña de Madame Legros duró varios años, en los que fue de puerta en puerta de personajes ilustres y damas de la corte, hasta que la historia de Latude y la abominable Bastilla donde se estaba pudriendo, literalmente, fue algo conocido y maldecido por todos los habitantes de París.
     Madame Legros murió en la miseria y en soledad, sin conocer la liberación final de Latude gracias a su perseverante esfuerzo humanitario. Y mucho menos vivió para ver la revolución Francesa de 1789 que comenzó con la Toma de la Bastilla, de lo cual se hubiera alegrado.
      Sin embargo, todos los estudiosos están de acuerdo en atribuirle ese histórico merito. El escritor y revolucionario francés Jules Michelet publicó una obra titulada «Mujeres de la Revolución» donde destaca la valentía de Madame Legros, y de otras muchas mujeres. Esta obra se ha publicado en castellano en el año 2013 por la editorial Trifaldi, por si están interesadas. Merece la pena....


















viernes, 20 de abril de 2018

Hermila Galindo, una feminista revolucionaria


HERMILA GALINDO ACOSTA (1886-1954)
Otra olvidada de la Historia

Hermila, huérfana de madre al nacer, fue criada por su tía, que la educó alejada de los cánones femeninos de la época.  Estudió en la Escuela Industrial para Señoritas de Chichahua y pronto adquirió fama como excelente taquigrafista, rifándosela importantes bufetes de abogados. Se trasladó a Ciudad de México trabajando como secretaria e impartiendo clases de taquigrafía. En 1914 llegó a la ciudad el jefe del Ejército Constitucionalista Venustiano Carranza y ella pronunció un discurso de bienvenida en nombre del Club Abraham al que pertenecía, lo que le ganó las simpatías del futuro presidente, nombrándola su secretaria particular.
       Al mismo tiempo, fue una feminista muy activa, conferenciante y fundadora del semanario «La Mujer Moderna» (1915-1919). 
      Sufragista ardiente y escritora, también fue partidaria de la educación sexual para las niñas y criticó duramente la doble moral en material sexual. En 1916 participó activamente en el I y II Congreso Feminista de Yucatán donde se leyeron sendas ponencias. No pudo asistir por estar en Estados Unidos y Cuba, como diplomática del partido constitucionalista mexicano.
       Después del asesinato de Carranza en mayo de 1920, Hermila cayó en el olvido. No será hasta 1940 cuando el gobierno le concederá la Condecoración al mérito revolucionario.
      Falleció en agosto de 1954, casi un año después del reconocimiento del sufragio femenino en México, gran objetivo al que dedicó toda su vida, junta a la defensa a ultranza de la Revolución mexicana.






ANTONIA FERNÁNDEZ SERVÁN, ANTIFASCISTA, COMUNISTA Y PRIMERA TENIENTE DE ALCALDE DE LA CÓRDOBA (1936)

  Imagen : A la izquierda, primera plana de La Voz (diario republicano de C órdoba) del 25 de marzo de 1936: «Constitución del Ayuntamiento...