domingo, 18 de marzo de 2018

Zinadia, la joven ejecutora de un general sanguinario

Zinadia, 1905. Fuente:http://www.vinogradovo.com/people/konoplyannikova/

ZINADIA KONNOPLYANIKOVA


El 29 de agosto de 1906 Zinadia colgaba de la horca situada en el Fuerte Schlisserburg, cerca de San Petersburgo. 
    Su proceso había durado apenas tres semanas. En los primeros días del mes de agosto acudió a la estación de Peterhold, ciudad donde el Zar se había refugiado con la familia, y en el andén vació su revolver en el cuerpo del General Georgiy A. Minn.
   En las insurrecciones del invierno de 1905, durante la Revolución Rusa, el Regimiento Semenovsky del entonces Coronel Minn se destacó por sus crueldades, bombardeando los barrios obreros de Moscú donde murieron más de 1.000 personas. Pero también fue el encargado de una expedición de castigo a lo largo de la línea férrea Moscú-Kazań, y esto es lo que contaba P. Kropotkin en la revista «Mother Earth» de Julio de 1906:


La represión que siguió a la rebelión fue terrible. La prensa británica no ha contado más que la décima parte de las atrocidades cometidas por las tropas imperiales en las provincias bálticas, a lo largo de la línea ferroviaria que va de Moscú a Kazan, en el Cáucaso, en Siberia, en los poblados rusos... La represión fue un episodio de masacres al por mayor, llevadas a efecto de manera sistemática por las tropas, a sangre fría.
       Al destacamento militar que fue enviado a lo largo de la línea de Moscú-Kazan no se le disparó un solo tiro. Los revolucionarios ya habían abandonado sus filas y se habían dispersado cuando el regimiento llegó. Pero en cada estación, el Coronel Minn, jefe del destacamento, así como sus oficiales, fusilaron entre diez y treinta hombres, tomando sus nombres sencillamente de listas entregadas a las tropas por la policía secreta. Fueron fusilados sin siquiera un amague de juicio, sin una adecuada identificación. Los fusilaron por lotes, sin ninguna advertencia. Les disparaban de cualquier modo, por la espalda, en sus caderas. El Coronel Minn les disparaba sencillamente con su revólver.

      En el semanario de las mujeres librepensadoras de La Conciencia Libre (Málaga) del 29 de septiembre de 1906 salió una noticia con el título de «El fin de una revolucionaria» y explicaban que Zinadia había sido institutriz y poseía unos conocimientos nada vulgares, presentándose voluntaria para ejecutar al general sanguinario. Cuando conoció su sentencia a morir en la horca, les dijo a sus verdugos que estaba próximo el día del triunfo de la libertad y la derrota de la autocracia. 
    En la noticia se destacaba que la guardia zarista no dejó que su hermana le diera una rosa roja que llevaba en su pecho como muestra de su cariño y para que muriera con dicha flor. 
  También destacaban que Zinadia no quiso la asistencia de ningún sacerdote, manifestándose orgullosa de morir por la revolución.  
    «Muero con un pensamiento: ¡perdóname, perdóname pueblo mío! Pues tengo tan poco que darte, solo esto, mi vida! Muero llena de fe en lo porvenir...cuando el trono se desmorone y sobre la tierra de Rusia surja un amplio y brillante sol de libertad».
    Ya en el lugar del suplicio, sus últimas palabras fueron.
«¡Viva la revolución social»






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