lunes, 17 de agosto de 2020

MARÍA MARÍN LABRADOR: LIBREPENSADORA Y PRIMERA PERIODISTA DE CÁDIZ

 

 ¿QUE NO CONOCES A MARÍN MARÍN LABRADOR?  ¿QUE NO HAS OÍDO HABLAR DE ELLA?  Es normal.  Era una bruja… (¿Acaso conoces nombres de brujas?)

    O lo que es lo mismo, fue una mujer. Una mujer humilde, trabajadora e independiente que quiso hacerse un sitio en un mundo de hombres. Una mujer valiente que luchó contra las hipocresías y los prejuicios sociales, buscando la igualdad de derechos. Una mujer feminista y republicana en una sociedad fuertemente patriarcal, clerical y monárquica bajo el incipiente reinado de Alfonso XIII de Borbón.
    Es normal que una mujer así haya estado oculta y silenciada; como tantas otras. Si Marx y Engels escribían en 1846 que «las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época», esto mismo puede aplicarse a Historia de las mujeres. Mujeres como María Marín no pertenecían a la clase dominante, capitalista y patriarcal, no reproducían su ideología, y por eso desaparecieron de la historia. Nunca la historia oficial destacó y rescató a mujeres rebeldes como María. Y si eran feministas, anticlericales y republicanas, mucho menos.
    Por eso es normal que no la conozcas. Conocemos los nombres de las santas, literatas o no, pero el de ninguna bruja. Y María Marín, como otras mujeres de su generación (y pienso ahora en Ángeles López de Ayala, Soledad Areales o Belén Sárraga), fueron perseguidas, desprestigiadas, injuriadas, obligadas a abandonar los pueblos y ciudades donde vivían, despedidas de los colegios donde trabajaban, encarceladas,…, en suma, fueron tratadas como brujas modernas, rebeldes que había que neutralizar.
    María denunciaba en mayo de 1906 sobre la persecución a que era sometida por los estamentos clericales de San Fernando, llamándola «criminal» por el solo delito de exponer y escribir sus ideas de progreso en esa «condenada publicación» llamada La Conciencia Libre, «periódico empecatado, órgano de de los demonios del infierno, especie de trompeta del Juicio Final, fundado con la sola intención de reclutar almas para los profundos infiernos y preparar cuerpos para las cárceles y presidios...». Y en su escrito incluía estas frases de una «Reverendísima Madre de cierta orden religiosa» de San Fernando:

La terrible María Marín, secretaria de Lucifer, venida a esta población con el solo propósito de aumentar la vecindad en las calderas de Luzbel, es una criminal en toda regla, y debieran sin más averiguaciones, desterrarla allá, a cualquier isla desierta, donde nadie la escuchase, ni la atendiese más que las fieras que allí habiten...

Fuerte, muy fuerte… En el verano siguiente marchó con su hijo Luis a Sevilla y Málaga, y ella misma escribía que quizá no regresaría a la bella población andaluza. Pero para las fiestas del Carmen volvió, y consciente del ambiente hostil que su presencia había creado entre los estamentos jesuíticos y más conservadores de la ciudad, declaraba:

Los clericales acérrimos están de luto; les doy mi más sentido pésame; aquellos que creyeron que la terrible María Marín no volvía a San Fernando, han sufrido una lamentabílisima equivocación.
                                                                                                                                      
Un coronel retirado le decía:        
                        
«Desengáñense usted, amiga mía, eso de que le haya dado por escribir esas incendiarias crónicas femeninas, pretendiendo con ellas apartar a las mujeres del templo y de las ideas religiosas, por fuerza ha de traer sobre usted grandes  disgustos».

Y el coronel le aconsejaba que por qué no escribía de modas y trapos como otras escritoras…

«Dedíquese a escribir sobre encajes, cintas y demás adornos femeniles, y ya verá como se la disputan las publicaciones de mayor circulación... y ganará  un puñado de pesetas».

Ante estas palabras, María Marín se preguntaba: «¿Cómo hablar yo de modas y vestidos, cuando no son trajes lo que hoy la mayoría de las mujeres necesitan?», y contestaba de forma tajante que  «en la terrible crisis de miseria por la que atravesamos, ¿quién tendría el cinismo de hablar de joyas, sombreros, vestidos y chucherías femeninas, cuando es progreso, es educación intelectual y es pan, ¡pan!, lo que se necesita...?».

***

Quien así se manifestaba era María Marín Labrador, nacida en Cádiz en julio de 1870, aunque tuvo una fuerte relación con la ciudad de San Fernando. Su padre Estanislao era natural de esa localidad, así como sus abuelos paternos y algunos tíos y tías, y María aseguraba que su infancia y su juventud estaban asociados a San Fernando, y que «aunque no naciera aquí, la Isla ha sido para mí algo parecido al escenario donde se ha desarrollado el drama de mi vida entera»,
    De forma documental, está constatado por el Padrón Municipal que María llegará a la ciudad procedente de Cádiz en el verano de 1894, con 24 años de edad, soltera, sin estudios, y sin profesión, viviendo en la calle General Serrano con el periodista Salvador Fernández Terán y su hermana viuda Victoria.                                                             
    Salvador, natural y vecino de Cádiz, se había separado de su mujer en 1890 y trasladado a San Fernando donde vivían desde hacía tiempo un hermano y dos hermanas. Es probable que María y Salvador se conocieran en Cádiz, comenzaran una relación sentimental, y después de que él se marchara a San Fernando, siguieran viéndose un tiempo hasta que en 1894 María decidió irse a vivir con Salvador.
    La relación debía venir de antiguo, al menos de varios meses, porque el caso es que en febrero de 1895, al año siguiente, nacerá un hijo, Luis, al que María le dio sus apellidos por seguir Salvador casado: Luis Marín Labrador.
    Viviendo en San Fernando, María se convertirá en periodista. Al principio escribiendo con el seudónimo femenino «Maruja» en el periódico republicano de su pueblo El 25 de Marzo, y pronto será la corresponsal en San Fernando del periódico republicano Heraldo de Cádiz, órgano del Partido Republicano de la provincia,  con el seudónimo masculino «Mario». Esta circunstancia le sirvió de catapulta y en los meses siguientes inició su duradera colaboración con La Unión, el diario que dirigía Moreno Mendoza, carismático líder obrero y republicano de Jerez de la Frontera.
    En su pueblo, San Fernando, pronto dejó de colaborar con El 25 de Marzo y junto a su pareja Fernández Terán fundarán El Justiciero, donde alternará su seudónimo masculino con su verdadero nombre, «María Marín», empleando éste para artículos dirigidos a la mujer. Así comenzará a escribir sus «Crónicas Femeninas», o «Páginas Femeninas», según los medios en que escribía, siempre con su verdadero nombre.
    En julio de 1905, ya separada de Salvador, se casó con el practicante de la Armada Diego Lamas, con el que no tuvo ningún hijo y cuya relación duraría apenas un año.
    De la prensa gaditana como corresponsal, en diciembre de 1905 dará el gran paso de su carrera como periodista al entrar como colaboradora de la prestigiosa revista librepensadora y feminista de Belén Sárraga, La Conciencia Libre, que en su segunda Época editaría en Málaga.
    Inesperadamente, en ese mismo mes de diciembre de 1905, fallecerá su amigo, antigua pareja sentimental y padre de su hijo Salvador Fernández Terán a consecuencias de la cobarde agresión sufrida por un hijo del cacique de San Fernando. Este suceso, tan silenciado en la localidad por conveniencias sociales, le marcó profundamente, e hizo que poco a poco se fuera relacionando más con los republicanos de Cádiz y terminara marchándose a vivir allí. Fue en ese momento cuando se convertirá en oradora en varios mítines y cuando dirigirá su propia revista El Progreso Femenino, que se editó en Cádiz en enero de 1907, y de la que solo se tienen noticias de su primer ejemplar.
    Poco después, en la primavera de 1907, María Marín, acompañada de su madre y de su hijo Luís, dejará Cádiz para siempre, iniciando un largo periplo que, tras su paso por Sevilla y, sobre todo, por Valencia y Cullera, le llevaría en abril de 1911 a la ciudad de Barcelona, donde desarrollaría una intensa actividad feminista y librepensadora junto a Ángeles López de Ayala y su periódico El Gladiador del Librepensamiento (Segunda época, 1913).
    María Marín no se involucró en la Sociedad Progresiva Femenina, a pesar de su estrecha relación con Ángeles, y formó parte de colectivos como las Damas Humanistas (1918) y el Grupo Anticlerical Librepensador (1922),  no dejando de escribir en numerosos periódicos y semanarios. Sin tener constancia de ello, María Marín debió afiliarse al Partido republicano radical de Lerroux, con quien mantuvo cierta relación. Esta cercanía con los radicales en sus últimos años de militancias se demostraría en su participación durante la Huelga del Pan en Barcelona (1918).  Si su salud lo hubiera permitido, su influencia sobre un sector de las mujeres barcelonesas y catalanas en general hubiera sido mucho mayor, pero los largos periodos de enfermedad con una tuberculosis pulmonar que ya contrajo en Cádiz, fue apagando poco a poco su enorme torrente de vitalidad.
    La última militancia conocida fue poco tiempo antes de fallecer, siendo una de las fundadoras del Ateneo Republicano Femenino (1929) de Barcelona.  El 14 de febrero de 1929 moría en su casa de la calle Conde de Asalto una de las feministas más perseverantes y constantes en sus mensajes en pro de la emancipación femenina, y especialmente de las mujeres trabajadoras: María Marín Labrador.





Fuente: «María Marín Labrador, librepensadora y primera periodista de Cádiz», de Manuel Almisas Albéndiz. Ed. Suroeste, El Puerto (Cádiz)-marzo de 2020.

Entrevista a su autor sobre la figura de María Marín:
http://www.cazarabet.com/conversacon/fichas/fichas1/mariamarinlabrador.htm

Entrevista en Diario de Cádiz:
https://www.diariodecadiz.es/ocio/libro-Manuel-Almisas-Maria-Marin-feminismo_0_1443756264.html


domingo, 16 de agosto de 2020

DOLORES ZEA URBANO, OTRA LIBREPENSADORA ANDALUZA OLVIDADA

 

Dolores Zea Urbano nació en Málaga en 1855, ciudad donde obtuvo el título de maestra superior. Se casó en Colmenar (Málaga) con José Torrubia Rojas, natural de Iznájar (Córdoba), donde vivieron unos años con sus hijos Félix y José. En 1888 la familia se mudó a Fuengirola, ciudad malagueña en la que nació su hija Carmen, y poco después se trasladaron a Málaga, comenzando Dolores su afiliación a la masonería. En 1891 se inició en la Logia Nueva Bética adoptando el nombre simbólico de Esperanza con el cargo de «oradora adjunta». Dos años más tarde ya era «maestra masón» (grado 3) y ocupaba el puesto de «Oradora».

En 1895 la familia se marchó a Barcelona y tuvo que relacionarse con los pujantes círculos femeninos librepensadores que allí encabezaban Amalia Domingo Soler, Belén Sárraga Hernández y Ángeles López de Ayala. Estuvo unos primeros años sin aparecer en la prensa pero en 1898, cuando se convierta en Secretaria de la Sociedad Progresiva Femenina que se había fundado en el mes de mayo y teniendo como presidenta a Ángeles López de Ayala, su vida va a cambiar radicalmente. También comenzó su carrera como «maestra laica» en la escuela para niñas que fundo la Progresiva Femenina. A partir de entonces, la veremos en numerosas ocasiones acompañando a su amiga Ángeles en actos librepensadores y de defensa de la enseñanza laica, y del laicismo en general, incluyendo el subirse a la tribuna y convirtiéndose en conocida oradora.

En Barcelona también siguió afiliada a la masonería, ingresando en 1899 en la Logia Constancia, al igual que su marido José Torrubia, y donde Ángeles López de Ayala ya era Oradora desde unos años antes.

En diciembre de 1899 se convirtió en Administradora de la revista El Progreso, que había reaparecido como «Órgano de la Sociedad Progresiva Femenina, de todas las sociedades femeninas y de las mujeres obreras», y que dirigía su amiga Ángeles López de Ayala.

Sin conocerse los motivos, después de casi ocho años muy intensos compartiendo militancia con Ángeles, en noviembre de 1906 dejó de ser Secretaria de la Sociedad Progresiva Femenina, y también dejó de dirigir su escuela laica. Pocas semanas después, a principios de 1907, Dolores fundará y dirigirá el Colegio libre Flammarión, donde también impartirá clase su esposo y más adelante su hijo José y su hija Carmen.

A partir de entonces se volcó en la Agrupación Librepensadora de los barrios de Gracia y San Gervasio, a la que pertenecía desde su fundación en 1904, y convirtiéndose en una de sus dirigentes. A partir de su salida de la Progresiva, a Dolores se la mencionará como «la dirigente del grupo de mujeres» de la Agrupación de Librepensadores, interviniendo en la manifestación feminista del 10 de julio de 1910 en Barcelona y en el Congreso Librepensador de Barcelona del otoño de dicho año.

Ella y toda su familia asistió de forma activa a los funerales de la librepensadora feminista y espiritista Amalia Domingo Soler, en abril de 1909, de quien se consideraba una «gran amiga». Dolores y su hija Carmen participaron en veladas literarias espiritistas en los siguientes aniversarios de la muerte de Amalia Domingo.

Dolores Zea siempre sintió fervor por las ideas republicanas, pero al contrario que sus amigas y correligionarias como Ángeles López de Ayala, nunca militó ni simpatizó con el partido radical de Lerroux, abrazando más bien las ideas socialistas, al igual que su hijo José. Desde 1910 se consideró una «republicana socialista», y en las fiestas que organizaban las sociedades donde se integró se cantaba tanto La Marsellesa como La Internacional.

Antes de que acabara la década se reconcilió con Ángeles López de Ayala, ella y su hijo publicaron algunas colaboraciones en el nuevo semanario de Ángeles El Gladiador del Librepensamiento y firmó un comunicado sufragista de Liga Española para el Progreso de la Mujer (Valencia, 1918) junto a una docena de mujeres de la Progresiva Femenina como si hubiera vuelta a formar parte de dicho colectivo.

Esta reconciliación con su amiga se confirmó dolorosamente en 1926 con su asistencia y la de su hija Carmen a los funerales de Ángeles López de Ayala en el cementerio civil de Barcelona. También parece que sus correligionarias quisieron sellar esa renacida amistad otorgándole la Presidencia honoraria de la Asociación librepensadora y benéfica «Ángeles López de Ayala» que habían fundado a los pocos días de su defunción.

Puede parecer una casualidad, pero un año después, en 1927, una Dolores Zea de 72 años también abandonó la Barcelona republicana, feminista y librepensadora de finales de siglo y principios del XX, que con tanto empeño ayudó a levantar junto a otras grandes figuras históricas femeninas que tuvieron la suerte de alcanzar más resonancia que ella.

Se marchó a la cercana villa de El Masnou con su hijo José Torrubia Zea y su familia, y al acabar la guerra en Barcelona a finales de 1938 se fue a vivir a Canet de Mar (Barcelona) donde acabó sus días en septiembre de 1941, a la edad de 91 años.


Fuente: "Dolores Zea y otras mujeres en los márgenes del librepensamiento», de Manuel Almisas Albéndiz. Editorial Soroeste, El Puerto (Cádiz), septiembre de 2020.

ANTONIA FERNÁNDEZ SERVÁN, ANTIFASCISTA, COMUNISTA Y PRIMERA TENIENTE DE ALCALDE DE LA CÓRDOBA (1936)

  Imagen : A la izquierda, primera plana de La Voz (diario republicano de C órdoba) del 25 de marzo de 1936: «Constitución del Ayuntamiento...