miércoles, 16 de septiembre de 2020

AMALIA DOMINGO SOLER, ESPIRITISTA Y LIBREPENSADORA

 


Amalia nació en Sevilla en noviembre de 1835. Huérfana de padre, al poco tiempo contrajo una enfermedad que la dejó prácticamente ciega de por vida. Su madre, con todo el amor y perseverancia del mundo, la enseñó a leer y escribir, de tal forma que a los diez años ya escribía poesías.

Esta fortaleza y constancia la convirtieron en una mujer extraordinariamente sensible y con una gran determinación. Siempre fue una luchadora por los derechos femeninos.

Con apenas 18 años publicó su primer poema en el periódico «instructivo y literario» El Águila (Sevilla), y a partir de entonces lo seguirá haciendo de forma ininterrumpida en otras revistas de Córdoba, pero sobre todo de Madrid y Barcelona. Aunque se quiera destacar solo su faceta espiritista, es evidente que Amalia tendrá una marcada visión social y política desde joven, puesto de manifiesto en la noticia aparecida en La Nación (Madrid) en 1868 donde se afirmaba que había recibido muchas felicitaciones por sus excelentes artículos contra la pena de muerte. La Crónica de Cataluña y el Diario de Tarragona -decía la nota- insertaban una de ellas firmada por uno de sus admiradores y el diario se sumaba a la enhorabuena.

En el verano de 1876 se trasladará al barrio de Gracia (Barcelona), tras su paso por Madrid, Alicante y Murcia, convertida ya en una notable escritora espiritista, habiendo destacado sobre todo en la revista espiritista de Alicante La Revelación, a partir de 1873. Había sido invitada por la sociedad espiritista La Buena Nueva, que le proporcionaba también alojamiento y medios de vida. Desde entonces pertenecerá a esta sociedad, siendo su presidenta muchos años hasta su muerte.

En el barrio de Gracia de Barcelona se unirá a los círculos librepensadores y a los grupos espiritistas más progresistas, fundando su propia revista La Luz del Porvenir en mayo de 1879, que fue prohibida por un artículo suyo aparecido en su primer ejemplar, «La idea de Dios», aunque se siguió editando con la cabecera de El Eco de la verdad.

Mucho se ha hablado y escrito sobre la espiritista Amalia Domingo, y no es para menos pues, por ejemplo, entre 1880 y 1884 fue una asidua colaboradora de los diarios barceloneses La Publicidad y El Diluvio, en los que explicó y divulgó los fundamentos del espiritismo, obteniendo una importante fama como escritora anticlerical. También es llamativo que en septiembre de 1888 ocupara una de las vicepresidencias en el Primer Congreso Internacional Espiritista que se celebró en Barcelona, siendo la única mujer con tal cargo. Pero, por el contrario, apenas se ha mencionado y subrayado su faceta librepensadora y feminista. Este el objetivo de estas breves líneas.

Como la mayoría de las librepensadoras feministas de su época, Amalia volcará todo su afán de emancipación y de igualdad en la faceta instructiva, convencida de que la educación de la niña y la mujer, al margen de la influencia eclesiástica y basándose en la Razón y en la Ciencia, era la base de su liberación. En octubre de 1880 se adhería a título individual al Primer Congreso de Amigos de la Enseñanza Laica celebrado en Barcelona, y dos años después, en noviembre de 1882 daba una conferencia en el Centro de Lectura de Gracia (Barcelona) sobre la «Educación y la Instrucción de la mujer». Amante y defensora de la enseñanza laica, fundó también un colegio laico de niñas en su centro espiritista de La Buena Nueva. El momento culminante quizá fuera cuando se convirtió en una de las patrocinadoras de la idea de celebrar una Fiesta Laica en Barcelona. Allí se unió a Odón de Buen, Fernando Lozano -director de Las Dominicales-, Rispa y Perpiñá, y otros centros y logias de Barcelona en la defensa de la escuela laica y racionalista. Fue en agosto de 1892 y participarían quince escuelas de niñas y de niños, con sus maestros y maestras, entre ellas las hermanas Antonia y Julia Aymá, maestras de las escuelas laicas sostenidas por la sociedad «Gutemberg». Y para terminar, por no ser más exhaustivos, en junio de 1893 participaba en una fiesta de escuelas laicas en el Teatro «Lope de Vega» de Barcelona, junto a librepensadores y maestras laicas, donde coincidió con Ángeles López de Ayala.

Muchas mujeres lectoras de Las Dominicales del Librepensamiento vieron cómo una de las primeras en adherirse a la figura de Rosario de Acuña fue Amalia Domingo Soler. Se publicó el 1 de febrero de 1885, y en la carta decía llevar más de quince años escribiendo en la prensa librepensadora y que era seguidora de su obra literaria, pero la carta de Rosario de Acuña donde se adhería al librepensamiento era lo que más le «había complacido». Quería ponerse en contacto con ella, porque «sois un genio, y los genios se asemejan a los soles, que con su calor vivifican». Le anunciaba que publicaría la carta de Rosario en su revista La Luz del Porvenir, como así hizo, y le ofrecía su más «sincera amistad». A partir de ese momento, Rosario de Acuña fue una colaboradora asidua de la revista espiritista, aunque nunca se reconoció partidaria de esos ideales.

Amalia equiparaba la prensa espiritista, donde sí había estado colaborando muchos años, con la librepensadora, formando desde siempre en las filas del espiritismo progresivo y librepensador, y a partir de ese momento los poemas de Amalia Domingo se publicarán en Las Dominicales con alguna frecuencia.

El 7 de diciembre de 1884 se anunciaba en Barcelona un mitin de la Liga Universal de Librepensadores a celebrar en el Teatro Ribas, y solo se menciona su nombre entre los diversos oradores intervinientes, señalando con ello la gran popularidad de que ya gozaba en esos círculos de la ciudad. En febrero de 1886 presenciaba en un palco del Teatro Circo Ecuestre un mitin de la Confederación o Liga Universal de Librepensadores (entre los oradores se encontraban Cristóbal Litrán y Emilio Garriga), y una comisión de los librepensadores «se dirigió estandarte en mano a cumplimentar a la distinguida escritora librepensadora y espiritista doña Amalia Domingo». Era todo un reconocimiento como ninguna otra mujer tuvo en esa época. Al mes siguiente, la prensa volvía a situarla interviniendo en una velada artístico-literaria que organizaba la Confederación Universal de Librepensadores en su centro social de Barcelona.

La otra gran mujer librepensadora, Ángeles López de Ayala, llegó a Barcelona, procedente de Santander, a finales de 1890, y en marzo de 1892 se pudo escuchar a ambas en un mitin librepensador en el teatro Novedades, donde compartieron la tribuna con los célebresy ya mencionados Cristóbal Litrán, Josep Llunas, Emilio Garriga, etc.

Ese mismo año, en el otoño de 1892, fue nombrada delegada en representación de una sociedad espiritista de Puerto Rico para asistir al Congreso Internacional de Librepensadores de Madrid, aunque ella traspasó esta delegación en Ramón Chíes por no poder asistir. Amalia y La Luz del Porvenir se adhirieron públicamente a dicho Congreso.

Para terminar también esta relación, y así comprender el amplio marco de acción de Amalia Domingo Soler más allá del espiritismo, decir que en julio de 1893 participaba en un mitin librepensador en el Teatro Zorrilla de Gracia organizado por la Sociedad laica «Gutemberg». De nuevo intervenía junto a los ya conocidos Litrán, Garriga y Ángeles López de Ayala.

Voy a hacer un inciso porque llegará a Barcelona la tercera mujer librepensadora que marcará una época, como Amalia y Ángeles. Me refiero a la joven de 22 años, maestra y licenciada en Medicina, Belén Sárraga de Ferrero. En realidad se mudó a la capital catalana unos meses antes, pero será en 1894 cuando se una a la redacción de La Luz del Porvenir y se convierta en la mano derecha de Amalia Domingo. En ese año será la primera vez que se dejen ver en público en un acto que reseñará la propia Ángeles en Las Dominicales de 7 de diciembre de 1894. Fue con ocasión de la inauguración de las escuelas «Sócrates», de niñas y de niños. El acto estuvo presidido por Amalia Domingo Soler, y a su derecha se sentó Belén Sárraga, la maestra de la escuela de niñas de la sociedad. Además de otros oradores, leyeron trabajos ensalzando la enseñanza laica Amalia y Belén. Se estaba fraguando un movimiento de mujeres librepensadoras desde la redacción de La Luz del Porvenir.

En junio de 1895 el semanario madrileño Las Dominicales publicaba un extenso poema de Amalia Domingo titulado «El Congreso de Librepensadores de Bruselas», lo cual era su incuestionable y decidida adhesión poética.

Aprovechando la celebración de dicho Congreso en el mes de septiembre, en Barcelona se quería revitalizar el movimiento, y en agosto de 1895, con objeto de tratar la fundación de un nuevo Grupo librepensador en Barcelona, la Asociación General de Librepensadores, se celebró un mitin de propaganda en el Teatro Circo Ecuestre. Amalia era la única mujer que intervino, junto a Odón de Buen, Litrán, Llunas, Salas Antón y Baldomero Lostau Prats, que presidía el acto. Amalia Domingo leyó un trabajo sobre la misión de la mujer librepensadora.

Y poco después, el 5 de octubre, en el Círculo Republicano Progresista de Gracia se celebraba otro mitin librepensador con el mismo fin, donde entre otros oradores que no mencionaban sus nombres, intervinieron Amalia, Ángeles y Belén Sárraga. Era la primera vez que intervenían las tres juntas.

Esta Asociación General de Librepensadores no fue autorizado por el Gobernador, pero las mujeres no estaban dispuestas a tirar la toalla, y en solitario, y con el enorme impulso de Belén Sárraga, se fundó en febrero de 1896 la Agrupación Librepensadoras de Mujeres, que aunque no llegó a legalizarse y supuso la detención de Belén durante una noche, siguió funcionando como sí lo estuviera. La propia Belén Sárraga declaraba a la prensa en esos días que esta Agrupación había sido obra de Amalia Domingo, Ángeles López y ella misma. El 24 de abril en el Círculo del Progreso de Sans, se desarrolló un nuevo acto de la Agrupación femenina librepensadora donde intervinieron ellas tres, además de Odón de Buen y otros oradores.

Las mujeres librepensadoras de Barcelona pedían a gritos un periódico que las uniera y cohesionara, y Belén Sárraga no se lo pensó dos veces. El 1 de junio de 1896 fundaba y dirigía la revista La Conciencia Libre, y según la prensa1, las colaboradoras de ese primer número, y único publicado en Barcelona, fueron sus más cercanas compañeras Amalia Domingo Soler, Ángeles López de Ayala y Palmira Bruno, y las escritoras Amalia Carvia Bernal, Soledad Areales -Una Andaluza-, y María Trulls, que había conocido a través de Amalia Domingo y de La Luz del Porvenir y Las Dominicales, donde habían publicado algunos trabajos. No se sabe si en los siguientes números colaboró también Amalia Domingo, pero sí aparecía en la portada de un número extraordinario de 1 de enero de 1897 en lugar preferente, no como colaboradora, sino como «decana de las escritoras racionalistas españolas».

Un último dato que es preciso reseñar por su importancia, es que Amalia Domingo Soler fue elegida Presidenta honoraria de la Sociedad Progresiva Femenina que fundó Ángeles López de Ayala en mayo de 1898 en Barcelona. Lo fue hasta su fallecimiento en 1909.

Amalia Domingo Soler, aunque nunca quiso afiliarse a la masonería ni a ningún partido político, y a pesar de que expuso públicamente sus diferencias con el radicalismo del que era partidario Ángeles López de Ayala2, su librepensamiento de tintes pacifistas, espirituales y fraternales influyeron poderosamente en otras ilustres librepensadoras como Amalia Carvia y Soledad Areales.

Amalia Carvia, que la quería como una hermana y como una madre, escribió un artículo necrológico en Las Dominicales al tener noticia de su fallecimiento y ya resaltaba que no solo los espiritistas debían rendir tributo a Amalia Domingo, sino también toda la prensa racionalista debería haberse despedido de la ferviente librepensadora como se merecía; que Amalia Domingo no debía ser mirada únicamente «como propagandista de la creencia espírita», pues ella, como alma sensible, también «consagraba las fuerzas de su talento a todo lo que representaba progreso y bien para a humanidad».


Texto: Manuel Almisas Albéndiz


Bibliografía sobre su faceta más espiritista:

La profesora de la Universidad de Granada Amelina Correa es una de las autoras que más han ayudado a dar a conocer su figura. Entre otras obras, podemos citar:

- Correa Ramón, Amelina, «Librepensamiento y espiritismo en Amalia Domingo Soler, escritora sevillana del siglo XIX», Archivo hispalense: Revista histórica, literaria y artística, 83:254, septiembre-diciembre de 2000, 75-102. Disponible en internet: https://nanopdf.com/download/librepensamiento-y-espiritismo-en-amalia-domingo-soler_pdf

- Correa Ramón, Amelina, «Amalia Domingo Soler, una escritora en la sombra», en Domingo Soler, Amalia, Cuentos espiritistas, ed. Amelina Correa Ramón. Madrid: Clan, 2002, 7-54.

 

NOTAS:

1 El Liberal de Menorca de 17 de junio de 1896.

2Las Dominicales del 24 de febrero de 1898 (la carta-poema de Amalia Domingo) y del 27 de enero de 1898 (la respuesta de Ángeles). Como se ve, no aparecieron en orden cronológico, y debe leerse primero la crítica que le hace Amalia Domingo Soler.

martes, 8 de septiembre de 2020

SOLEDAD AREALES «UNA ANDALUZA», MAESTRA Y POETISA LIBREPENSADORA CORDOBESA


Soledad Flora Areales Romero, nació en noviembre de 1850 en la localidad cordobesa de Villaviciosa. Su padre y madre eran unos humildes maestros de instrucción primaria, que en 1870, tras el nacimiento de su décima y última hija, María, deciden abandonar la docencia e instalarse con su numerosa prole en Córdoba, montando una fábrica artesana de hacer fideos, que lleva entre toda la familia. En ese momento Soledad tiene 20 años y comenzará en la capital sus estudios de Magisterio. 

    En 1873 falleció su padre y ella como hija mayor tuvo que hacer el papel de segunda madre, preocupándose sobre todo de educar a sus hermanas más pequeñas, Concha, Carmen y María.  Aún así, Soledad terminó sus estudios en la Escuela Normal de Maestras y opositó -obteniendo el número 1- para conseguir una plaza de maestra. 

    En julio de 1877, con 27 años de edad, Soledad Areales llegó a Villa del Río (Córdoba) para encargarse de la Escuela nº 2 de niñas de la localidad. Le acompañaban sus hermanas pequeñas Carmen (10 años) y María (7 años), y su hermana Concha de 14 años a la que Soledad preparaba para su ingreso en la Escuela Normal. En Córdoba quedaron su madre y el resto de hermanos mayores.

    En esos primeros años Soledad se encargó de su escuela, de hacer de madre de  sus hermanas y aún tuvo tiempo para seguir estudiando, consiguiendo el título de Maestra Superior en 1879. Además, su hermana Concha entró en la Escuela Normal y en 1883 ya era maestra en la localidad cordobesa de Almedinilla.

    En 1887, tras la Ley de Asociaciones del primer gobierno liberal de Sagasta, y la aprobación del Sufragio Universal masculino en el siguiente bienio de Sagasta, en 1890, los republicanos cordobeses se llenaron de optimismo y energías, de forma que obtuvieron una importante victoria en las elecciones a diputados provinciales en 1890, y en las municipales de Córdoba del año siguiente obtuvieron once concejales. Este clima de euforia hizo que Soledad Areales comenzara a destacar en los ambiente republicanos y obreros de su pueblo, «saliera del armario» (como dice su biógrafa Catalina Sánchez) y diera inicio a los problemas con los caciques locales, la jerarquía eclesiástica y las beatas del pueblo.   

    Precisamente, en los primeros poemas que publica en Las Dominicales del Libre Pensamiento (Madrid),  «¡Nunca!», en el mes de junio de 1891, y «A mis detractores de ambos sexos», en el mes de noviembre del mismo año, Soledad ya se defiende de las censuras a que es sometida en Villa del Río, por no cumplir con las obligaciones católicas y por simpatizar con las ideas librepensadoras y republicanas, algo totalmente «inadmisible» para una maestra de niñas. Debido a ese ambiente enrarecido y a la persecución que sufre, estos primeros trabajos los firmará con el seudónimo «Una Andaluza».  Amalia Domingo Soler  debió simpatizar con esta mujer, ejemplo de persecución del librepensamiento, y publicó estos dos poemas en su revista espiritista y librepensadora «La Luz del Porvenir». 

    Pero este anonimato duró poco y en agosto de 1892 ya sale a luz su verdadero nombre y asociado a Villa del Río, cuando dona 5 pesetas a la organización del Congreso de Librepensadores que se iba a celebrar ese año. Y por si esto no fuera poco, su siguiente trabajo en noviembre de 1893, en recuerdo del fallecido Ramón Chíes, lo firmará como lo hará siempre a partir de ese momento: Soledad Areales (Una Andaluza).

    Las presiones continuarán y poco después hubo un intento de la Inspección educativa, aliada con el Obispado y con el alcalde,  de abrir un expediente contra ella. Soledad escribirá sobre esta persecución su poema «A Perico» (enero de 1894) y asegurará que uno de los motivos era el hecho de que colaboraba con Las Dominicales.   Esta «inicua persecución» a que fue sometida encontró un firme defensor en el diario El Porvenir de Bujalance que inició una campaña para que los padres y madres de las niñas de la escuela de Soledad acudieran en su ayuda, «pues no podían tener mejor maestra», culta e ilustrada. 

Soledad Areales comenzó a colaborar para La Luz del Porvenir con más asiduidad, hasta tal punto que en el ejemplar del 23 de mayo de 1895 escribía una carta abierta, en forma de poema,  dirigida «A mi querida amiga, Amalia Domingo Soler». Al día siguiente también se publicaba en Las Dominicales. En esta época la redactora de la revista era Belén Sárraga, motivo por el cual Soledad será una de las colaboradoras con las que contará para la revista feminista que estaba pensando publicar, y que lo consiguió en junio de 1896, La Conciencia Libre. A partir de ese momento, Soledad y Belén se convertirán en compañeras, en amigas y en casi hermanas.

La situación de la «impía» maestra de Villa del Río no fue mejorando. Los nuevos artículos en La Conciencia Libre fueron motivo de nuevos escándalos. A lo que se sumará el entierro civil de su hermana María que fallecía en mayo de 1898 como resultado de una tuberculosis intratable. Precisamente, Soledad Areales fue la artífice de que en Villa del Río se construyera un cementerio civil. El entierro laico fue un acontecimiento multitudinario, con banda de música y numeroso público proveniente de Córdoba y de otras localidades vecinas; por supuesto, de Villa del Río fueron la mayoría de los cientos de asistentes, demostrando con ello la gran simpatía que sentían hacia Soledad Areales. Por el contrario, fue un auténtico mazazo para los intolerantes y fanáticos neocatólicos del pueblo, y estaban esperando la ocasión para destruir a Soledad y apartarla de la escuela de niñas.

La ocasión llegó aprovechando el mitin que dio Belén Sárraga en Córdoba el lunes 6 de noviembre de 1899. Al ser lectivo, Soledad no pudo asistir, pero al final del acto una hermana leyó en su nombre el poema «A mis hermanos en ideas». La prensa de Córdoba ayudó a la confusión al escribir el nombre de la maestra que subió a la tribuna a leer el poema como «J. Areales», y a pesar de que después la propia Soledad aclaraba que había sido su hermana Carmen Eugenia, también maestra, la reacción se volcó en una nueva campaña de «acoso y derribo». La acusación: se había ausentado de la escuela para ir al mitin de Córdoba.  El Gobernado civil entró en acción y el rector de la Universidad le abrió un expediente por abandono del trabajo con el resultado de dieciocho meses apartada de su escuela y con medio sueldo. Soledad tuvo que vivir de la caridad de sus hermanas y hermanos, mientras se empeñaba en un largo proceso de apelaciones.

 Soledad Areales tuvo una constante muestra de simpatías y de apoyo desde el mundo republicano y librepensador. Por ejemplo, en Córdoba se constituyó en enero de 1900 la sociedad obrera «Amigos del Progreso», que nombraron a Belén Sárraga como presidenta honoraria, y a Soledad Areales como «vicepresidenta honoraria».

    Finalmente, en 1902, tras haber ganado sus múltiples recursos, Soledad siguió siendo la maestra de niñas de Villa del Río, pero como dice su biógrafa, Doña Catalina, se vio envuelta en una maraña burocrática, con continuas pegas para cobrar los atrasos que le debían, y Soledad concursó esos años 1902 y 1903 para salir del pueblo, sin conseguirlo.

    Estando en un estado de desesperación y abatimiento moral, vivió el momento histórico para los republicanos:  la Asamblea del 25 de Marzo de 1903, donde se fundó la Unión Republicana. Ese fue el único momento en que se conocerá un aspecto de su militancia o implicación política. Envió su adhesión a la Asamblea Magna, en unión de otros republicanos de Villa del Río, y ella fue elegida por la Junta Organizadora provincial, a iniciativa de la Junta Nacional, para constituir la Junta Republicana Municipal de Villa del Río.  La noche del 28 de abril de 1904 se constituyó en su casa la Junta Local Republicana, siendo elegido como presidente el veterano luchador Pedro Criado Molleja. 

    Belén Sárraga y Soledad Areales se habían prometido en abril de 1901, viviendo ya Belén en Málaga,  que se intercambiarían una visita, pues su relación era más que cordial, casi de hermanas. Pasaron los años y no se produjo. Pero en marzo de 1905 Belén se bajó del tren en Villa del Río y se fue a visitar a su amiga. Soledad no le permitió que fuera una visita corta, de horas, solo para reencontrarse y saludarse. Tenía que aprovechar la ocasión de tener a belén en el pueblo. De forma exprés, con la ayuda de otros republicanos del pueblo, organizaron un mitin multitudinario aquella misma noche en el Teatro de la Villa. Soledad presidió el acto y presentó a su amiga y correligionaria desde hacía tantos años.  El mitin fue apoteósico e histórico en la pequeña villa cordobesa. Así lo describí la propia Soledad Areales en la crónica que escribió en Las Dominicales el 28 de abril. 

    La alegría desbordante por la visita de Belén y por éxito del mitin organizado pronto se convirtió en un nuevo calvario y una nueva caza de brujas. El acto fue denunciado como anticlerical y la Junta Local de primera enseñanza, con el Cura Párroco a la cabeza, descalificaron públicamente a la «cínicamente impía» maestra, considerando de lo más pernicioso que siguiera su labor como maestra en el pueblo. De nuevo resultó en un expediente que terminó en el Rectorado y con la cesantía de la maestra y la suspensión de empleo y medio sueldo. El alcalde hizo efectivo este fallo el 5 de mayo de 1905, y Soledad Areales dejó de ser por segunda vez la maestra de Villa del Río. Tenía 55 años y con 28 años de servicio en el pueblo.

    Siguieron meses de apelaciones y nuevas apelaciones ante instancias cada vez superiores, hasta que en 1909 el Tribunal Supremo desestimó el recurso de Soledad y quedó apartada de la docencia para siempre. 

    Soledad Areales, Una Andaluza,  dejó de publicar en los medios republicanos y librepensadores, se refugió en Villa del Río ayudado por queridos vecinos del pueblo, y quedó en el olvido para siempre. No se conoce la fecha de su defunción, pero Catalina Sánchez, siendo una niña, descubrió la lápida irreconocible en el que fue antiguo y abandonado cementerio civil de Villa del Río. 

    Las Mujeres tienen su Historia, es indudable, y Soledad Areales debe tener un lugar de honor en dicha historia.  

*****

Fuentes: los semanarios Las Dominicales del Librepensamiento, La Luz del Porvenir y La Conciencia Libre, principalmente.

Bibliografía: «Tras las huellas de Soledad Areales», de Catalina Sánchez García. Ed. Diputación de Córdoba, 2005.  

«Soledad Areales, Una Andaluza», artículo de Manuel Almisas (pdf): 

https://drive.google.com/file/d/1gVm5WCcXSgYpOVIKcb6sRfiOqQNsZ-md/view?usp=sharing


 

 

ANTONIA FERNÁNDEZ SERVÁN, ANTIFASCISTA, COMUNISTA Y PRIMERA TENIENTE DE ALCALDE DE LA CÓRDOBA (1936)

  Imagen : A la izquierda, primera plana de La Voz (diario republicano de C órdoba) del 25 de marzo de 1936: «Constitución del Ayuntamiento...